Ya no hay luz que refleje el camino de las margaritas.
Yo simplemente estoy oscurecida por el manto gris del recuerdo.
Que envuelve el lecho de mi muerte.
Quisiera ver por un momento la luz,
Y dejar de llamarla tanto.
Yo soy la que guarda los secretos de mi viejo dolor.
Y por que las palabras mías son rosas muertas.
Yo estoy y no estoy,
Soy el reflejo y la sombra,
La angustia que mece la cuna del miedo.
Mis manos han desechado todo vinculo con la realidad,
Y los viajes de mi memoria,
Alcanzan velocidades inesperadas.
Son tumultos,
Que arrojan pétalos de sangre a mis vivencias taciturnas.
Yo soy la que aguarda pacientemente a que los sueños fallezcan.
Para entonces así vivir en completa seguridad,
De que el amor no será mas una flor marchita en mi existencia.