Hay un algo de silencio.
Una rosa,
una espina.
Un atardecer de espacios en blanco.
Donde las metáforas,
sucumben,
y las letras se detienen,
ante el palpitar de una sonrisa.
El cuando y el quizás,
se entrelazan en las calmas solitarias.
Las afirmaciones táctiles,
pasan desapercibidas,
ante el éxtasis,
de la armonía perfecta.
La luz de mi memoria,
atenuante de la embriaguez,
que mora en el subconsciente.
Tanto la piedra que zozobra,
en el cuaderno de tinta negra,
como la lechuza en mi ventana,
trae a la comadrona de mi nacimiento eterno.
El decir con palabras,
el ahuyentar el alma de espantos,
y el detenerse en el umbral,
es parte de mi vida.
El ahora y el aquí,
no son más que luciérnagas.
No tengo mucho que añadir a lo que ya de dejé escrito en Monosílabo.me parece un poema de una gran espiritualidad,donde el plano dominante es el alma y lo menos importante es lo material.
ReplyDeleteSigo destacando la última estrofa como resumen de todo el poema.
Un abrazo María.
Gracias Jerónimo. Siempre me da mucha alegría verte.
DeleteUn abrazo
He venido a visitar tu blog porque no había leído aún nada tuyo. Tus palabras rezuman tanta poesía... y tu poesía rezuma tanta belleza...
ReplyDeleteEncantada de leerte.
Hola Eratalia por tus hermosas palabras hacia mis letras.
DeleteUn abrazo